lunes, 8 de junio de 2009

concepto

El jazz se caracteriza por eludir la ejecución de las interpretaciones a partir de la lectura fiel de una partitura (a pesar de que muchos músicos de jazz dominen el lenguaje musical): la base de la interpretación y el estilo jazzístico es la improvisación. En cualquier caso, exceptuando al free jazz o algunas jam session (donde suele suceder que no se trabaje sobre ningún tema ya conocido), improvisar significa que el intérprete recrea libremente el tema en cada ejecución sobre una determinada estructura armónica, ya sea en público o en un estudio de grabación: la melodía funciona como tema principal e idea para desarrollar una posible interpretación. En este sentido, la música de jazz se centra más en el intérprete que en el compositor.
La improvisación diferencia de forma primordial al jazz de otros estilos musicales de la tradición musical occidental, como la música clásica europea. En este sentido, el jazz recupera en la música occidental la improvisación como esencia musical, como existe en la mayor parte de las tradiciones musicales de origen no europeo, especialmente de los ritmos africanos, con predominio del uso de síncopas y de determinadas formaciones orquestales.
En cuanto a su repercusión pública, la subordinación de la melodía (el factor más valorado, por ejemplo, en la música pop) a la libertad creativa del artista, ha alejado históricamente al jazz de una presencia comercial masiva.
El patrón subyacente sobre el que se delinean melodías sincopadas y figuras rítmicas (frecuentemente, un ritmo aditivo[3] ) es metronómico y la organización armónica tonal emplea frecuentemente la escala del blues con fines melódicos. Son recursos habituales las blue notes, síncopas, ritmos múltiples, vibratos y glissandos. El formato de los temas de jazz es, en la mayoría de las interpretaciones, el del blues y el de la canción popular.
El jazz es habitualmente interpretado por formaciones en las que se destaca un instrumento solista (concertino) acompañado de una sección rítmica (ripieno formado por una batería, un contrabajo o bajo eléctrico y algún instrumento armónico como el piano, el banjo o la guitarra). Las formaciones pueden ser muy variables, desde solistas sin acompañamiento, tríos, cuartetos o quintetos, hasta las grandes Big Bands en las que la improvisación juega un papel secundario.
La libertad interpretativa, que es definitoria del jazz, ha llevado al uso de un término histórico, swing, como sinónimo de una determinada calidad rítmica que es percibida de una forma completamente subjetiva. Los instrumentos de la sección rítmica adaptan las figuras de sus improvisaciones o acompañamientos de acuerdo al tempo elegido para la interpretación. Al ser variable y subjetivo, no existe consenso sobre la notación correcta del swing y se suele aceptar escrito en corcheas.
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